1. Sacrifícate
Trabaja por conseguir tus pequeños logros individuales con la realización de tus funciones y responsabilidades coordinadas y complementadas con el resto del equipo para que éstos formen parte de logros mayores a nivel de equipo de trabajo. Lo anterior implica la adquisición de perspectiva de equipo, dejar de ser uno/a para formar parte de un “organismo” coordinado en pro de un objetivo común.
2. Disfruta aprendiendo
El desarrollo del trabajo en equipo enriquece a los integrantes, les nutre de ideas, conceptos diversos, puntos de vista, soluciones, resultados, métodos, habilidades, etc. Aprovéchalo, de cada equipo de trabajo del cual formes parte obtendrás conocimientos y habilidades que resultarán de utilidad.
3. Celebra los triunfos
Celebrar los triunfos es más que un ritual, es un recordatorio, una motivación para seguir adelante, causa de alegría, motivo de realización personal que al tiempo potencia el sentimiento de pertenencia. Al lograr un objetivo marcado, realizar un proyecto y/o conseguir un resultado acordado el simple elogio de lo conseguido dando feedback positivo a los miembros del equipo es un modo de celebración que incentiva nuevos resultados.
4. Conoce a tus compañeros
Saber los puntos fuertes y débiles de cada uno de los miembros del equipo, incluyéndose uno mismo/a, contribuye a la generación del engranaje necesario para lograr la coordinación de tareas.
5. Ten claro el objetivo del equipo y los cambios en torno al mismo
¿Tienes claro cuál es el objetivo de tu departamento? ¿Tienes que adivinarlo? Estaremos de acuerdo en que si éste es el caso entonces tienes un problema. Los objetivos no son estáticos, se fijan pero cambian con el paso del tiempo y la evolución de la empresa. Los cambios son cada vez más rápidos de modo que los objetivos son dinámicos y no siempre se transmiten con la misma celeridad con que son creados. ¿Es posible conseguir un buen resultado para un objetivo que no ha sido claramente transmitido o que ha cambiado?
6. Conoce el rol que desempeñas en tu equipo
“Sé lo que sé de mí pero no sé si los demás saben y piensan lo mismo”. Con éstas palabras un cliente me transmitió la incertidumbre que tenía hacia la relación con el resto del equipo. La sensación de que es un riesgo evitable preguntar sobre lo que los demás piensan de mí bloquea la solicitud de retroalimentación constructiva entre los miembros del equipo. SI contribuyes a crear el clima necesario para que esto sea posible, te sorprenderás con el aprendizaje de retorno.