Rocío tiene 42 años y todo un negocio por delante. Hace dos años perdió su trabajo como electricista en una mediana empresa y, con su indemnización profesional por despido decidió crear un pequeño negocio a pie de calle.
Rocío habla con su asesor fiscal:
-Que no hombre que no, no me puedo creer que tenga que pagar ese dineral de IVA y menos ahora que tengo que hacer compras a proveedores.
-Pues créetelo Rocío. Como ya te he comentado en otras ocasiones, sería bueno que tuvieras un fondo destinado a éstos menesteres.
-Si lo único que tengo relacionado con fondos es que soy capaz de ver el fondo de mi bolsillo, y cada vez lo veo más negro.
-No, mujer, no, anímate que seguro con las navidades te van a llover los pedidos.
-No me hables de lluvia Sebastián. El pasado martes se me inundó la tienda con las copiosas lluvias nocturnas y tuve que estar achicando agua toda la tarde. Y los del seguro tocándome las… Lo siento, chico, estoy un poco desbordada.
-Vete acostumbrando Rocío. La vida del autónomo con negocio propio puede darte muchas satisfacciones, pero también está llena de pormenores que requieren la solución inmediata.
Rocío cuelga el teléfono y respira hondo.