La capacidad de iniciativa, el optimismo, la gestión del tiempo efectiva, la capacidad de adaptación, la innovación y las habilidades sociales son algunas de las habilidades más cotizadas a la hora de emprender un negocio propio.
La capacidad de iniciativa supone el paso de la reflexión a la acción, supone el ser capaz de dar el primer paso que lleva a llegar al lugar donde se quiere estar. Una persona con una alta capacidad de iniciativa es aquella que está dispuesta a emprender tareas o proyectos, así como, a imaginar y concebir las maneras de llegar al fin deseado inventando nuevos caminos si lo cree necesario y adecuado. La persona que posee capacidad de iniciativa, además de lo anterior, no necesita órdenes o exigencias externas sino que, por el contrario, se apoya en un sentido de responsabilidad, compromiso y deber propios.
El optimismo es la predisposición o tendencia a juzgar las cosas, los hechos o situaciones de la forma más positiva o favorable. La persona optimisma no necesariamente obvia los aspectos negativos de las situaciones, sino que tras analizarlos y tenerlos en cuenta extrae la parte provechosa y eficaz de los asuntos o circunstancias en las que se ve envuelta que le ayuden a obrar con la mayor eficacia y eficiencia posible. Una mujer optimista "Lucha por lo posible aceptando lo irremediable" con la emoción de quien trabaja por conseguir ilusiones.
La gestión efectiva del tiempo es vital para el desarrollo del negocio. Todos poseemos las mismas limitaciones en éste sentido, 24 horas al día ni más ni menos. El aprovechamiento efectivo del tiempo disponible condiciona los resultados de forma directa.
La capacidad de adaptación a los cambios es otra de las habilidades necesarias para sobrevivir en el mercado y desarrollar el negocio. Al ser capaz de gestionar de forma adecuada los cambios del entorno las amenazas se transforman en oportunidades. Sólo el cambio permanece, el negocio que no es capaz de adaptarse perece.
La innovación, la mejora, el perfeccionamiento de los medios, métodos, acciones, productos o servicios tiene como fin el propio medio: la mejora continua para hacer frente a la creciente competitividad en un mundo global.
Las habilidades sociales cuyos ejes centrales son la asertividad y la empatía, son el instrumento base para la construcción de interrelaciones precisas en el desarrollo de negocio.
La resiliencia en el entorno profesional supone ser capaz de seguir adelante tras un fracaso: levantarse tras la caída, analizar el golpe, aprender y seguir hacia delante.
Miriam Cobreros