-Naira tengo que irme. Muchas gracias por el café y los dulces. Regresaré otro día. Ahora tengo que recuperar mi puesto, mi móvil y mi presión arterial.
-Suerte con tus compañeros. Espero que no te olvides de venir a verme y aprovecha para traerme clientes ¿vale?
-Me acordaré. Dale recuerdos a tu padre cuando hables con él.
Salí disparado por la puerta, eran ya las 2 de la tarde por lo que iba pensando que mis compañeros estarían comiendo en la cafetería de la empresa.
-Buen momento para regresar. Todo más tranquilo…, podré adelantar trabajo.
Luces destelleantes, sirenas y una congregación de personas entorno a coches de policía y dos ambulancias, me hicieron regresar de mis pensamientos cuando me estaba acercando a la empresa. Para entrar al vestíbulo tenía que pasar a través del cordón policial. Me acerqué a un policía:
-Disculpe, trabajo aquí, en la quinta planta.
-Lo siento, tendrá que esperar. No está permitido que la gente entre o salga del edificio.
-¿Qué ha pasado?
-A muerto una persona.
-¿Qué?
-Un señor, de unos cincuenta años.
-¿Sabe cómo se llama?
-Disculpe amigo, no puedo contestarle ahora.
Me dirigí a un pequeño grupo de compañeros.
-¡Hola! ¿Sabéis lo que ha sucedido?
Uno de ellos, que reconocí trabajaba en el equipo de informática me contestó.
-Parece que han encontrado muerto a Manuel, Lolo.
-¿Qué? Acabo de cruzar unas palabras con él en el servicio. Estaba perfectamente.
-Pues le han encontrado precisamente en el servicio.
-Estás de broma ¿verdad?
-Pues no, no estoy de broma. Ésta tarde habíamos quedado para ir a jugar al pádel. No entiendo que ha podido pasarle.
Me acerqué de nuevo al cordón policial.
-Disculpe pero tengo que entrar. Tengo arriba mi móvil, mi cartera, las llaves de mi coche y mi abrigo y me estoy quedando helado.
-Lo siento, pero no puedo dejarle pasar.
Me dirigí a una policía de paisano que le hacía unas preguntas a unos compañeros.
-Perdone.
Ella me miró con seriedad.
-Tengo que subir. Tengo arriba mi móvil, mi cartera y mis llaves. Y también mi abrigo. Salí rápido y me dejé todo sin darme cuenta.
-No puede usted subir, tendrá que esperar.
-Es que me estoy quedando helado.
-Vaya a tomarse un café.
-No puedo, mi cartera está ahí también.
-¿Cómo se llama?
-Pedro.
-Pedro ¿qué?
-Pedro Baute
-Le estábamos buscando para hacerle unas preguntas. Acompáñeme.
Pasamos a través del cordón policial hacia el vestíbulo.