-Estaba pasando por una crisis de ansiedad. Me gustaría que no comentasen lo que les voy a contar. Desde un tiempo a ésta parte, estoy sufriendo episodios de ansiedad y lo paso francamente mal. En esos momentos necesito salir fuera, en caso contrario, me volvería loco.
-Es precisamente eso lo que podría hacer una persona que no está en plenas capacidades psíquicas. Puede hacer daño a otro hasta el punto de acabar con su vida.
-Mire, yo estaré pasando por un mal momento, pero no soy un asesino. Nunca habría matado a nadie.
-Pedro, sabemos que Manuel mantuvo una relación con tu mujer antes de que vosotros os conocierais y que habéis tenido enfrentamientos en las reuniones de la empresa. Eso no es ningún secreto.
-Sí, es verdad, puede que no me apene mucho lo que le ha pasado, creo que es un…, siempre ha estado detrás de Sofía, pero yo nunca le habría hecho eso.
Sentados en la mesa de una pequeña sala de la empresa permaneció el interrogatorio durante más de dos horas. Les expliqué que Manuel, Lolo o “El Brasileño” para los amigos, había salido con Sofía antes de que nosotros nos casásemos. Les conté cómo había conocido a Sofía, en un curso de desarrollo de habilidades directivas cinco años antes. Sofía trabajaba entonces en el aeropuerto de Madrid y quería desarrollarse profesionalmente. Recordé aquella conversación mantenida mucho tiempo atrás mientras tomábamos un café en el descanso de la jornada de habilidades directivas:
-Hola, soy Pedro. Me gustó tu presentación, parecía que la tuvieses ensayada. Creo que eres una buena oradora.
-Bueno… es cierto, la tengo ensayada porque sé que en éste tipo de jornadas siempre tienes que compartir algo. Es mejor saber lo que vas a decir sobre ti misma, de éste modo puedes decidir qué es lo que quieres trasladarle al resto en cada situación.
-Es verdad, tiene sentido. Creo que pensaré en prepararme yo también mi presentación. Bien… entonces… decías que la razón por la que estás aquí es porque quieres saber liderar a tu equipo.
-Quiero tener gente a mi cargo y quiero saber gestionarla. Sé que ser líder de un equipo implica tener que destinarte a organizar tu tiempo de modo que consigas que las funciones y responsabilidades de cada uno de los miembros del equipo encajen lo mejor posible, para que todo el equipo funcione bien, y alcanzar el cumplimiento de objetivos. Siempre he pensado que dar solución a temas tan simples como las vacaciones anuales es algo más que decir un simple si o un simple no.
Sonreí al recordar aquella primera conversación, cuando veía a Sofía con tanta admiración. Recordé lo que me había gustado Sofía aquella primera vez que la vi y desee tener ahora los mismos sentimientos hacia ella. Pero ahora todo había cambiado.
Sin darme cuenta, a través de las preguntas que me dirigían y la escucha que me ofrecían los agentes, me fui sincerando y explayando tanto como lo hacía en mis sesiones de coaching. Les conté que comencé a salir con Sofía justo al día siguiente de aquella jornada, y describí cómo se había tomado ella que me presentara en el aeropuerto con un ramo de flores. Rompimos al año de comenzar la relación. Según me había dicho ella, necesitaba tiempo y espacio. Al poco de ésto, me enteré de que Sofía había empezado a salir con Lolo, a quien conocí cuando mi empresa inició un proyecto de apertura en Brasil. Alto, rubio, fuerte y con el pelo largo recogido en una coleta, me recordaba a un actor norteamericano especializado en papeles secundarios. Como Lolo se encontraba la mitad del tiempo viajando, su relación no llegó a cuajar. Nosotros, volvimos a salir cuando rompió con él y nos casamos al año de reiniciar nuestra relación. Poco tiempo después, Sofía se había quedado embarazada y tuvimos a Pablo, que contaba en ese momento con poco más de dos años y vivía con sus abuelos entre semana. Sofía dirigía ahora una empresa logística aeroportuaria situada en Lisboa y la veíamos sólo los fines de semana.
El interrogatorio se prolongó hasta las cinco de la tarde. Antes de marcharse, una de las agentes de policía me comunicó que se pondrían en contacto conmigo en los próximos días.
En el momento en que cruzaron la puerta, recordé algo. En ese preciso instante, cuando miraba la chaqueta de la policía, recordé que me había llamado la atención el brillo del abrecartas que llevaba Lolo en el bolsillo cuando me encontré con él en los servicios.